viernes, septiembre 14, 2007

Arte,locura y psicoanalisis.




Enrique Pichon Riviere describe los mecanismos que el poder estadounidense ejerce sobre Latinoamérica y reflexiona sobre la incidencia del arte para curar enfermedades mentales. En este sentido, Vicente Zito Lema, ferviente defensor de los Derechos Humanos (DDHH) y artista multifacético, coincide con el psicoanalista en que existe un aparato político que determina el valor del término “alienación”, y que es necesaria una urgente modificación del sistema sanitario, que brinde al interno armas reales para defenderse contra la marginación.
Enrique Pichon Riviere nació en Suiza en el año 1907, pero de muy pequeño viajó a Argentina con su familia, que probó suerte en Chaco y en Corrientes sin buenos resultados. Años después se trasladó a Capital Federal y estudió varias carreras, dedicándose finalmente a la psiquiatría y el psicoanálisis. A comienzos de los años 40 fundó la Asociación Psicoanalítica Argentina y luego la Escuela de Psicología Social, donde se centró en los estudios de grupo. Murió en el año 1977, y hoy es considerado en el país sudamericano como uno de los referentes más importantes en el campo del psicoanálisis, además de haber cuestionado y reformado el trato hacia los internos, fomentado el aprendizaje de los “enfermeros”.
Vicente Zito Lema nació en Buenos Aires en el año 1939, trabajó como periodista en varios periódicos, participó de importantes revistas culturales como “Cero”, “Crisis”, “Talismán”, “La Maga”, entre otras. Se vinculó con figuras como Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, Julio Cortázar y Eduardo Galeano, entre otros. Perseguido a raíz del golpe militar de 1976, emigró hacia Europa un año después y desde allí afianzó su lucha por los Derechos Humanos y comenzó su relación con las Madres de Plaza de Mayo.
A partir de su regreso al país en 1983, participó constantemente en actividades culturales, creando obras de teatro con gran contenido social, como por ejemplo “La pasión del piquetero”, que revive la masacre de los luchadores Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en Avellaneda (26 de junio de 2002).
Actualmente brinda conferencias y cursos, colaborando con grupos marginados de la sociedad y generando espacios para mantener viva la cultura argentina. Su labor siempre ha contribuido a luchar por la libertad en la vida y en el pensamiento.
Las conversaciones que Zito Lema mantuvo con Pichon Riviere durante el otoño y el invierno de 1975, tienen su origen en las investigaciones que el periodista estaba realizando en los hospicios sobre el funcionamiento de los mecanismos creativos. Muchas veces los campos del arte y la enfermedad mental se entrecruzan y mezclan.
Según Pichon Riviere “desde un punto de vista psicológico debe destacarse que la vivencia de la muerte es lo fundamental en toda situación creativa”. Sin embargo, el proceso creativo de un artista normal y el de un alienado difiere profundamente. En el primero “el proceso se da en forma controlada y es temporario, en cambio, en el alienado es automático, más permanente, y en cierta medida más necesario”. Por otro lado, el artista normal siempre trata de transformar al mundo exterior dirigiéndose a un público al que desea influir, mientras que el alienado no crea para un público, sino que trata de recrear el objeto que fue el origen de su depresión, y posteriormente de su enfermedad.
El concepto de “alienado” es de por sí riesgoso, si se tiene en cuenta que no existiría un parámetro absoluto para medir la alienación social. Como dice Pichon Riviere “habrá siempre seres, un minoría, que tendrá una visión distinta de la realidad, y perdurarán contradicciones, y por ello, angustias cuya solución no tiene el hombre”. El psicoanalista reflexiona acerca de la relación del hombre con la sociedad, los conflictos que se generan, y la necesidad de una “conciencia crítica” dirigida a reconocer las necesidades propias y de la comunidad, creando una forma de vinculación que permita resolver los problemas sin caer en ilusiones y siendo consciente de la situación en la que el pueblo se encuentra.
Pichon Riviere destaca la presencia de un aparato de dominación en manos del poder que tiende a generar mecanismos que fomentan la explotación; desde allí es donde habría que entender el concepto de “sano” y “enfermo”, y reconocer cómo en la práctica de la salud se aíslan a los pacientes en una relación jerárquica y autoritaria con el médico. Esta situación coloca al “enfermo” dentro del casillero del “racionalmente equivocado” y evita la dialéctica del hombre con el mundo en constante cambio e interacción. Según el psicoanalista, esta realidad es parte de la estrategia de los países imperialistas que tratan de imponer su hegemonía en la planificación nacional, es decir, en todos los campos de la vida del hombre.
Uno de los puntos más importantes entre estos dos campos -arte y locura- es altamente positiva, y tiene que ver con la incidencia que la actividad artística tiene sobre la enfermedad mental, a tal punto que Pichon afirma:
“Muchas veces, concretar una obra de arte es el medio de lograr o mantener la salud psíquica”. La locura y la creación artística serían, para el médico, dos caminos que pueden tomarse frente a una situación de crisis; la diferencia está en que en el arte hay juego, y en la locura sólo existe una distorsión de la realidad. El enfermo, como no soporta más, “se disocia, se va del mundo, se inventa un sistema para tolerar el sufrimiento; el creador salda el sufrimiento con su obra”.
La pregunta que surge es cómo lograr que el arte pueda ayudar realmente a los enfermos mentales a superar esa situación de alienación. Vicente Zito Lema fue uno de los participantes activos que colaboró con los internos del Hospital Borda, en Buenos Aires, organizando las bases de lo que sería posteriormente La Colifata, una radio impulsada por los mismos enfermos del hospital. Además dictó talleres de comunicación y periodismo durante diez años.
Actualmente existe El Frente de Artistas del Borda (FAB), que se autodefine en un texto publicado por el Grupo de Estudios del FAB en el año 2003, como un movimiento independiente que surge a partir del año 1984 basado en torno a una “subjetivación descosificante posibilitada mediante la producción artística, la presentación de ésta fuera del Hospital y un modo de funcionamiento horizontal sustentado a partir de la ideología de la desmanicomialización”. Este proyecto denuncia el trato social que reciben los internos y lucha por llevarlos hacia una verdadera integración.
El FAB recurre a la creación artística para devolverle al interno la voluntad y la conciencia de la autoexpresión, además de fomentar una nueva relación con el cuerpo humillado y maltratado, junto con la vivencia de la actividad colectiva y los lazos de solidaridad. Funciona dentro del Hospital Borda con una mecánica de talleres transdisciplinarios de teatro, música, mimo, plástica, letras, percusión y fotografía. Se le suma el taller de descománicomialización, donde se debate acerca de este tema.
Parecería ser que este proyecto encaja dentro de lo propuesto por Pichon Riviere hace más de treinta años, cuando protagonizó un papel transformador dentro de los hospicios, luchando porque al interno se lo ayude desde una propuesta seria y estructural, a recrear su vínculo con la sociedad. Más allá de que en la actualidad ciertos estamentos académicos debaten la utilidad de la Psicología Social, Pichon Riviere, nacido en tierras suizas, vivió desde su infancia la idiosincrasia del suelo argentino, y sus ideas contribuyeron para que este lado del continente tenga una nueva visión desde el psicoanálisis. A su vez, propuso acabar con los estereotipos que la sociedad tiene sobre los locos, la marginación, el miedo, y la indiferencia del poder, que se manifiesta en el abandono y la falta de recursos destinados a esta área.